Según el diario The New York Times, en 2015 se registraron 2.782 casos de microcefalia en Brasil, unas diez veces más que en 2013 y 2014. Paralelamente, los casos de infecciones con el virus Zika también se incrementaron, aunque su relación con los casos de microcefalia—que muchos medios de comunicación masiva tratan de instalar—es, hoy por hoy, totalmente desconocida. Por ejemplo, un estudio científico de 2009 indica que en los Estados Unidos se registraban unos 25.000 casos de microcefalia por año, y no se hace mención alguna sobre su potencial transmisión a través de mosquitos.
Es indudable que el cambio climático y el calentamiento global incrementaron las áreas propicias para la reproducción de mosquitos, no sólo en zonas tropicales y subtropicales, sino en todo el mundo (excepto la Antártida): 2015 fue el año más caluroso desde que comenzaron los registros hace 136 años. Así, mosquitos como el Aedes aegypti, el vector que transmite enfermedades tropicales como el dengue, la fiebre amarilla, la fiebre chikunguña y la fiebre zika, tienen hoy la oportunidad de invadir regiones del mundo que antes les eran naturalmente inaccesibles.
Sin embargo, aunque los síntomas de la fiebre zika son leves y de corta duración, y la infección transcurre sin síntomas en el 60-80 % de los casos, existe hoy una alarma mundial porque se asume que el virus Zika causa microcefalia en bebés nacidos de madres infectadas por el virus, lo cual no fue confirmado por ninguna institución gubernamental o estudio científico riguroso (al menos a la fecha de publicación de este artículo, 4 de febrero de 2016).
La microcefalia se trata de un trastorno que puede ser congénito u ocurrir en los primeros años de vida, que resulta en una significativa disminución de tamaño cerebral, y una serie de deficiencias a nivel neurológico y cognitivo. En el mencionado estudio, no sólo resaltan cuán frecuente es la microcefalia en un país desarrollado y con pocos casos de enfermedades tropicales como EE. UU., sino que también la atribuyen a «cientos de síndromes genéticos» y que puede resultar de «cualquier perturbación que altere el desarrollo del cerebro«. No obstante, en los últimos días, la noticia sobre la epidemia de enfermedades tropicales como el zika está en todos los medios, y frecuentemente se muestra con dramáticas fotografías de bebés con malformaciones en el cráneo, a pesar de que ninguna de ellas puede ser atribuida al virus Zika en forma concluyente.
Algunos titulares que claramente desinforman y malinforman:
- «Mientras el virus Zika se disemina, El Salvador les pide a las mujeres no quedar embarazadas hasta 2018«—The Washington Post (como si fuera obvia la relación entre zika y embarazo);
- «Virus Zika: La OMS declara emergencia pública global, y dice que la relación causal con defectos cerebrales es ‘fuertemente sospechada’ «—The Washington Post (sospechas no confirmadas);
- «Brasil: se confirman 270 de 4.180 casos de microcefalia sospechosos«—SFGate (se confirmaron 270 de 4.180 casos potenciales de microcefalia, pero en el contexto de la alarma por el virus Zika, parecería indicar que hay 270 casos de microcefalia causada por el virus, lo cual es falso);
- «Reportan la primera transmisión del virus Zika en EE. UU., atribuida al sexo«—Reuters (junto con un video de un bebé con microcefalia).
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés)—probablemente la institución gubernamental de salud pública más reconocida a nivel internacional—tampoco indican una relación causal entre el virus Zika y los casos de microcefalia, sólo recomiendan prevenir la infección en caso de embarazo o intento de embarazo, tal cual lo harían con cualquier enfermedad de la cual se sospecha podría causar malformaciones en neonatos; mientras que indican «se necesitan más investigaciones para caracterizar esta relación [causal]» (al menos en la página actualizada al 1 de febrero de 2016).
Vivimos en tiempos en los que nunca fue tan fácil manipular la opinión pública: noticias de epidemias de mosquitos junto con fotos de bebés deformes se diseminan por las redes sociales mucho más rápidamente que cualquier mensaje de prudencia o precaución al respecto. Aunque se desconoce el motivo—si lo hubiere—por el cual los medios tratan de instalar tal infundada relación entre el Zika y la microcefalia, este fenómeno social puede ciertamente resultar en cuantiosas sumas de dinero para algunas empresas multinacionales. Por ejemplo, alguna empresa farmacéutica recibirá muchos millones de dólares para desarrollar una vacuna «urgente» contra el virus Zika; las ventas de repelentes de insectos crecerán significativamente a nivel mundial; alguna empresa productora de agroquímicos—cuyos efectos en el ser humano pueden también ser la microcefalia—continuará haciendo negocios con impunidad, mientras se piense que el mosquito es el causante de la enfermedad; la industria turística de un país como Brasil será fuertemente perjudicada, muchos turistas elegirán otros destinos a pesar de que Brasil es la sede de los Juegos Olímpicos de este año, lo que hundirá aún más su economía, que está en recesión hace ya varios años.
Mientras las investigaciones ratifican o rectifican la relación causal entre el virus Zika y la microcefalia, lo más seguro es prevenir la diseminación y picaduras de mosquitos, y sobre todo recordar que enfermedades como el dengue y la fiebre amarilla son potencialmente más peligrosas que el zika, y sus peligros han sido avalados por muchos estudios científicos.
Imagen destacada: Mosquito Aedes aegypti, vector transmisor de varias enfermedades tropicales. Wikipedia.
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